Cuando una emoción no se gestiona de manera adecuada, puede convertirse en fuente de infelicidad para quien la padece y en un factor importante para desarrollar diversos tipos de enfermedades tanto físicas como psicológicas. Hay suficiente evidencia científica que demuestra que existe una íntima correlación entre muchas de las enfermedades que aquejan al ser humano, su estilo de vida y las formas de afrontar las situaciones. Entre las ciencias del comportamiento hay cada vez más disciplinas y estrategias que conciben al humano como un ser integral constituido por cuerpo, pensamiento, emociones, interacciones sociales y espiritualidad. Los enfoque más conocidos en la actualidad son: la medicina-mente-cuerpo, la medicina integrativa, la holística, la sintergética y la neuropsicoinmunoendocrinologia.
Eso quiere decir que se reconocen las emociones como parte esencial en la vida de una persona,
quien siempre las va a experimentar en cada uno de los instantes que componen
su existencia. Dependiendo
de cómo se manifiesten, se han clasificado en las siguientes categorías:
primarias, secundarias, positivas, negativas, ambiguas, estéticas,
sociales e instrumentales. En este
artículo quiero hacer mención de una emoción negativa que está teniendo un
impacto muy importante en la cotidianidad de nuestro país: el rencor. Como toda
emoción negativa o tóxica, como también se le conoce, cuando la persona la
experimenta, se afecta su bienestar y se compromete su salud física y
emocional. La situación que está viviendo
Colombia previo a las elecciones ha mostrado
esa parte más emotiva e irracional de muchos compatriotas. Cuando se analizan los mensajes
que se difunden a través de redes sociales, sí que se puede detectar ese veneno
emocional, que se traduce en insultos, amenazas y en la utilización del miedo
para lograr apoyos para determinado candidato.
El
debate político se ha ido deslizando de manera peligrosa hacia la explotación
de la emocionalidad de las personas, para que tomen decisiones en favor de uno
u otro bando, y esto ha causado
enfrentamientos entre amigos, familiares y grupos. Lo anterior lo han
aprovechado los mismos líderes de partidos y también
comunicadores o líderes de opinión, que han
perdido toda objetividad al pedirles a sus
seguidores de manera abierta y recurriendo muchas veces a mentiras o verdades a medias que apoyen a uno u otro
candidato. Ojalá cese pronto esa actitud de
confrontación, y no tengamos que estar
lamentándonos por males mayores, como el
estallido social que pueden provocar aquellas personas que no tienen la
capacidad para discernir y se dejan envenenar
por tal discurso basado en el odio hacia sus semejantes. Solo me resta pedir
que la contienda política se dé en el marco del respeto por la diferencia de
opiniones. www.urielescobar.com.co
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