Los mecanismos a través de los cuales una persona puede convertir en
realidad los sueños e ideales para su vida son uno de los mayores enigmas a los
que se han visto enfrentados a lo largo de la historia los investigadores del
comportamiento humano. El refinamiento de los métodos de estudio de las
denominadas ciencias naturales, como la paleontología (estudio e interpretación
del pasado de la vida a través de los fósiles), la geología (entendimiento de
la evolución del planeta y sus habitantes, desde los tiempos más antiguos hasta
la actualidad), la biología y, más recientemente, los avances exponenciales de
las denominadas ciencias cognitivas o de la mente (lingüística, neurociencias,
computacionales e inteligencia artificial) han permitido aclarar algunos de los
misterios relacionados con la dinámica psíquica tanto desde el punto de vista
de los individuos como del colectivo que ellos conforman. Platón (427 – 348
a.C.), uno de los filósofos de mayor influencia en la cultura occidental, postulaba
que el mundo de las ideas es la fuente de todo conocimiento verdadero y que las
formas del universo físico (aparentes, cambiantes y efímeras) son copias
imperfectas de las originales o ideales que existen en este mundo perfecto,
inmutable e inmortal.
El farmacólogo y psicólogo francés Emile Coué (1857 – 1926) dedicó gran
parte de su vida a investigar el poder que tiene la palabra (como expresión de
las ideas) para lograr que la persona a través de su uso pudiera alcanzar la
meta que se propusiera (que sea acorde a su realidad, por supuesto). El lenguaje
humano surgió hace aproximadamente 100 000 años, y lo más probable es que esta
capacidad lingüística haya evolucionado por etapas, pasó de sistemas de
comunicación simples hasta llegar a formas más complejas como las actuales.
Coué planteó en su época algo que rápidamente tuvo un gran impacto no solo en
la transformación de una persona, sino en la cura de enfermedades y, también, en
la fundamentación de modalidades de intervención como la psicoterapia y la
programación neurolingüística: cuando un
deseo se repite con cierta regularidad a través de ideas o palabras
escogidas, y teniendo como telón de fondo la fe del sujeto, termina por
convertirse en realidad. Una de las frases que sugería repetir, y que se ha
constituido en parte de su método, es la siguiente: “Cada día que pasa, voy
mejorando un poco más y ello en todos los aspectos”.
Los hallazgos que acabo de mencionar han contribuido, sin duda, a que
haya una mayor comprensión del poder que
tiene la palabra como instrumento fundamental en la comunicación interhumana y
en su poderosa capacidad para transformar la realidad de una persona. Para sacarle
provecho se requiere escoger cuidadosamente el mensaje, repetir regularmente la
frase escogida con una profunda fe y convicción de que sí es posible lograr que
ese anhelo se convertirá en una realidad para su vida. La palabra tiene un
inmenso poder para crear y también para destruir, dependiendo del uso que se le
dé: ¡por eso, cuida lo que dices, porque es el impulso de tu fuerza interior!
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