Ayer se cumplieron 15 años del asesinato del arzobispo de Cali, Isaías
Duarte Cancino. Los jueces señalaron y condenaron a quienes reconocieron en el
proceso, que las Farc les habían dado la orden de matarlo. Nunca supimos por
qué. Ni en La Habana ni en ninguna declaración de los dirigentes del grupo
guerrillero han reconocido que lo hicieron y mucho menos las razones que
tuvieron.
Probablemente lo mataron porque cuando fue obispo de Apartadó tuvo entre
sus feligreses a los Castaño y cuando trató de buscar la paz de los paracos,
dijeron que había reunido en su casa del barrio Santa Mónica a Carlos Castaño
con Horacio Serpa .Pero él también había sido quien pudo lograr la liberación
de los ingenieros suecos de Urrá que Iván Márquez y las FARC tenían
secuestrados. Y, fue también Isaías Duarte Cancino ,arzobispo de Cali,
quien montó una universidad que hoy es prestigiosa y varios centros de
formación y apoyo en las barriadas de Cali y quien puso en su sitio a las
oligarquías caleñas para pararles el abuso.
Si el arzobispo de hoy en Cali no fuera el boquisuelto de monseñor Monsalve,
defensor de pederastas y frustrado interlocutor de la paz con los elenos, el
papa Francisco habría incluído a Cali en su periplo septembrino por Colombia. Y
si hubiese sido así, el papa habría hincado rodillas ante la tumba del
arzobispo Isaías para anunciarnos que iniciaría su proceso de
canonización, como lo hicieron con el asesinado arzobispo de San
Salvador. Pero en Roma y en la cancillería y en la nunciatura, prefirieron
excluír la visita a la tumba del arzobispo Isaías para no tenérselas que ver
con Monsalve y con las Farc.
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