Hace 65 millones de años, en un lugar de la zona tropical de un
continente probablemente desaparecido en las profundidades del océano Indico, según
Charles Darwin, vivía una raza de monos antropomorfos extremadamente desarrollada:
su cuerpo era totalmente cubierto de
pelo, tenían barba y orejas puntiagudas, habitaban en los árboles y estaban
organizados en manadas. Federico Engels,
en El papel del trabajo en la transformación
del mono en hombre, publicado en 1876, plantea la cumbre de dicho momento
cuando esos animales precursores del hombre actual comenzaron a utilizar las
manos para otras tareas distintas a caminar.
El éxito que ha tenido la especie humana en su afán por someter muchas
de las leyes de la naturaleza se debe en gran medida a lo que los investigadores
citados han expresado como la convivencia en comunidades. A esa herencia ancestral
no podemos renunciar porque se encuentra inscrita en lo más profundo de la
expresión genética de cada una de las personas que conforman el mundo actual.
Algunos investigadores del comportamiento humano han llegado a la conclusión de
que cuando un individuo se aísla y no interactúa con sus semejantes, se
estanca, se neurotiza; y que, en cambio, pertenecer a grupos con un interés en
común lo protege del desarraigo y el vacío existencial.
El encuentro entre dos personas puede cumplir una función sanadora: al
hablar con alguien, en este caso un semejante, se está reviviendo esa misma
historia de millones de años atrás. En el contacto con el otro me conecto, me
identifico con lo que es mi esencia como humano. Este fenómeno lo describieron por primera vez en 1882,
Josef Breuer y Sigmund Freud, y lo denominaron catarsis, que significa
purificación o liberación de las emociones negativas a través de la palabra. Ten
presente que no estás solo y que no has llegado a este momento por cuestiones
del azar; eres el resultado de la unidad y fraternidad de tus ancestros. Habla,
exprésate, comunícate con tu semejante o con un experto, porque la palabra y el
contacto humano sincero te sanan.
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