Según el investigador del departamento de Ciencias de la tierra de la
universidad de Cambridge John Rudge, en este momento, nuestro planeta tiene una
edad de 4.470 miles de millones de años. De manera natural, durante todo ese
tiempo, la Tierra ha desarrollado diversos ecosistemas a lo largo y ancho de su
superficie; pero desde hace 65 millones de años emergió de sus entrañas un
animal que, con el paso del tiempo, se ha encargado de romper el perfecto
equilibrio u homeostasis del planeta: la especie humana, la única subespecie
que existe actualmente, sobreviviente del género homo.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), anualmente en el mundo se producen alimentos para dar
de comer a 12.000 millones de personas, es decir, un poco más del doble de los
habitantes de la Tierra. Sin embargo, el último estudio que realizó en 2016 muestra
que 795 millones de personas no tienen suficientes alimentos para llevar una
vida saludable y activa; por esa razón, cada día mueren 24.000 personas:
8.760.000 al año, de las cuales 3.100.000 son menores de 5 años.
Son muchos
los factores a los que se les puede atribuir esta terrible realidad que viven
millones de personas, como el fenómeno climático y las guerras. Pero, sin duda
alguna, el elemento de mayor peso es la inequidad, el egoísmo, la
discriminación y la explotación abusiva y sin ningún control de los recursos de
los países pobres por parte de las grandes potencias económicas, que los
subyugan con el único fin de saciar sus desaforados apetitos de poder.
Así que
solo cuando se entienda que la Tierra nos pertenece a todos y que cuando explotamos
sus recursos para el enriquecimiento de unos pocos, estamos contribuyendo con
su extinción, podremos compartir fraternalmente con todos los habitantes del
mundo. De esta manera se podría iniciar el rescate de nuestra casa planetaria.
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