No
extraña hoy que sólo dos mujeres apunten o apliquen para la Cámara en
Risaralda: Andrea Soto Mejía y Luz Yasmit López.
De
resto, la apatía crece entre si habrá mayor o menor votación en las elecciones
para elegir Congreso. Estoy en los que creen que entre mayor corruptela,
desconcierto, crisis institucional de partidos políticos inexistentes, la gente
saldrá a votar. No crecerá la abstención. Los gobiernos y las corporaciones de
elección popular, siempre, pocas excepciones, han sido elegidas por minorías
que concurren a las urnas. ¿Hay cultura política hoy en Colombia o el
analfabetismo es mayor?
Ocurre,
también – excepción del conservador Mauricio Salazar Peláez – los que tienen la
credencial, vuelven y piden el voto. El informe de sus gestiones no lo
conocemos. Risaralda tiene derecho – de acuerdo con su población y a los
guarismos del reparto, poder para elegir 4 Representantes a la Cámara.
Más
de 130 mil votos, distribuidos en dos
curules para el partido conservador (Salazar, 17.449 sufragios – Rivera,
16.515) una para el liberalismo (Patiño, 23.372 como primera votación) una para
la U (Didier Burgos, con la 2ª y un total de 20.710) Llama la atención que hoy,
nadie da cinco centavos porque el partido conservador, retenga las dos curules.
De acuerdo como juegue el liberalismo, sumergido en disputadas personales y
egos rojos, la puede retener. Igual suerte ocurre con la U: si alguien se
resbala, se tiran la fiesta. Claro: no hay umbral.
Afuera,
esperan Cambio Radical, con un poderoso Diego Ramos, que marca duro y tiene
trabajo no de ahora sino sudando comunidad; el Centro Democrático que mínimo le
apunta a una curul. La disputa es sencilla: quien o quienes pierden la silla en
la Cámara. Más que perderla, quienes la ganan.
La
política es cada vez más cerrada y costosa. No es extraño hablar hoy de las
mochilas azul y roja. Andrea, Ramos, Naranjo, son cartas de esperanza
Todo
esto para significar que con lo que hay, existe una “descolgada” de figurines
de la política que se metían no a aspirar sino a transpirar para hacer bulto
electoral y coger umbral por arrastre. Por caramelos o para quedar en espera de
un cargo burocrático o por unos pesos más. Muy pocos tienen votos y eso es lo
que se necesita con urgencia: sumar umbral, sudar umbral, no por necedad sino
por necesidad aritmética. De nada vale tener ancla si el mar electoral ahoga.
Estas listas “tienen cabeza pero no cuerpos”, plantea Jaime Arango en una
desafiante pregunta dentro del negocio político. El umbral pesa en partidos débiles,
le advertí.
Mucho
pesa en esto, una buena fórmula para el senado, cuando hay tanto pescador
tirando la atarraya en río revuelto….Los intrusos, llegan.
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