Hace algunos años, con el Dr. Rafael Alarcón publicamos un libro
titulado Estrés y Desarrollo Humano, cuyo primer capítulo plantea que los seres
humanos somos un universo completo y que cualquier acción sobre cada uno de los
5 subsistemas que lo conforman (físico, mental, emocional, ecosocial y
espiritual), repercute sobre todos los demás. Dice, además, que el individuo no
es un universo cerrado, sino que está abierto, de tal manera que influye en el
cosmos que lo circunda y, a su vez, es influenciado por él; un cosmos al que
está indisolublemente ligado, porque son parte de una misma esencia.
El
anterior no era un concepto novedoso. Desde hace muchos siglos, tanto en las
tradiciones espirituales, como en los primeros postulados de la medicina
integrativa u holística, ya se planteaba la unidad de todo lo existente en el
universo. Más recientemente, la mecánica cuántica, una de las ramas de la
física que estudia la materia a escalas muy pequeñas -molecular, atómica y aun
menores- ha realizado un aporte sorprendente para la comprensión del universo:
en el nivel más pequeño de la materia, el de las partículas elementales, todo
es energía; la materia no es más que luz condensada. Entonces, energía y
materia no son más que dos polos de la misma esencia, de una única sustancia
universal.Eso quiere decir que todos estamos en continua comunicación con una matriz cuántica universal de carácter holográfico; el observador forma parte de la realidad e incide sobre ella. La visión es una propiedad de la conciencia, la cual crea lo que observa: ¡cada individuo crea su propia realidad!1,2. A través de nosotros, de nuestra conciencia, podemos percibir la realidad del universo, que de manera permanente cambiamos a través de nuestro actuar. En este aspecto, adquiere pleno sentido la expresión “eres el arquitecto de tu propio destino”, porque así es: eres un agente activo en la construc
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