Los juegos Indígenas de Risaralda, más allá de las competencias,
constituyen ese espacio que aisladamente cada año le permite a los miembros de
las comunidades de los siete resguardos embera chami del departamento, integrarse
y reencontrarse con sus tradiciones lúdicas ancestrales, que muchos jóvenes
sólo conocen de boca de sus mayores.
Compiten…sí. Claro, también hay premios. Pero la pericia con la
cerbatana, el arco y la cauchera es bien disímil. El lanzamiento del dardo con
cerbatana es el arma de sus antepasados con la que las nuevas generaciones de
la etnia muestran mayor aptitud, pues el tiro con arco lentamente desaparece de
sus manos y con la cauchera se distraen de vez en cuando.
Duverney Guaquerama del resguardo de Las Lomas de Itaraba de Mistrató
fue el más preciso con la cerbatana a la hora de dispararle al blanco…
“La verdad, utilizarla día a día no… sino que uno aprende las
enseñanzas de los ancestros. Ellos antes la utilizaban para intentar defenderse
de quienes invadían sus territorios, hoy por hoy para la cacería, al igual que
el arco y la cauchera pero ya muy ocasionalmente” señala Guaquerama.
De allí que estos juegos pretenden mantener viva esa tradición,
que no se pierda con el devenir de los años y el renuevo de las generaciones.
“La Gobernación de
Risaralda y la Secretaría de Deporte, Recreación y Cultura, con el apoyo de la
Secretaría de Gobierno, la Alcaldía de Marsella y el Consejo Regional Indígena,
le cumplieron a la comunidad embera chami en los VII Juegos Departamentales Indígenas.
En este evento logramos vincular por vez primera al municipio de Santuario, con
15 participantes. Registramos una muy buena participación. De igual manera fue
una novedad la inclusión de las mujeres en las competencias, participaron en la
lucha en lodo. Se incluyó también una nueva prueba que fue la de obstáculo”
resumió el coordinador del área de recreación de la Secretaría de Deporte,
Recreación y Cultura, César Augusto Correa.
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