Las abadesas mantenían el
orden en los conventos sancionando con suspensión de alimentos, aislamiento en
la celda y pérdida de funciones asignadas a todas aquellas monjas que fuesen
encontradas en disputas personales o hubiesen llegado a los golpes o el maltrato
entre ellas. Para lograrlo, la madre abadesa no necesitaba juicio alguno ni oir
a las partes enfrentadas en sus versiones. El poder divino concedido por el
obispo o por el papa le otorgaba esa gracia de condenar disciplinariamente sin
escuchar las razones y argumentos que provocaron los incidentes.Y si por alguna
razón anterior existían divergencias o antipatías con alguna de las
causantes,la suspensión,el aislamiento y la pérdida de funciones era más
fulminante y evidenciaba la venganza.
700 años después en Colombia, el Procurador Carrillo ha actuado
cual la madre abadesa en el caso del alcalde de Bucaramanga y ,con una
celeridad infinitamente sospechosa, lo suspendió ipso facto en el ejercicio del
cargo por haberle pegado a un concejal mientras discutían. Alegando
quizás la misma inquina de la monja medioeval, no le concedió al alcalde de
Bucaramanga la opción de defenderse ni recurrir su medida y, en una evidente
coordinación, vimos que el gobernador de Santander nombró a su reemplazo en
forma casi inmediata. Como el Procurador no le informó tampoco a los
congresistas que lo eligieron toda la verdad sobre los compromisos
profesionales que mantenía hasta unos días antes de ser escogido, como
además, movido por sus temores, interpretó la ley para negar a Santofimio
que le revisaran en la JEP su condena y ahora dispone cual madre abadesa de un
alcalde, me temo que están dejando crecer un pequeño monstruo vestido con el
hábito del liberalismo inquisidor cuando todos creíamos que apenas llegaba a
ser el monaguillo de Gaviria.
@eljodario
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