Cuando uno termina de leer el libro
de memorias de la esposa de Barack Obama cree haber entendido como pudo
llegar a la presidencia de los Estados Unidos el afrodescendiente de un maestro
de Kenia.Pero si se devuelve en su lectura y arma de nuevo el tinglado de todos
los elementos que ella va narrando con extrema facilidad y alegría,uno hasta
puede malpensar que alguien debe haberle ayudado a Michelle Obama a
escribirlo.Pero hay tantos detalles tan humanos, tan observados solamente por
la abogada inteligente que se cria en un barrio afro de Chicago,que tiene una
tia que da clases de música en el primer piso de la casa que comparte con su
padre, (un lector semiparapléjico de medidores de servicios públicos que
nunca pierde el sentido de las proporciones ).Son tantos iguales que
rápidamente se corrige esa impresión malévola y se acepta con inmensa
satisfacción que vamos leyendo un texto surgido desde dentro del cerebro y el
corazón de una mujer dispuesta a establecer sus límites y a buscar quien los
comparta con la misma alegría conque los traza a lo largo de una vida
repleta de mínimas necesidades.
Leer a la señora Obama es entender la
capacidad abrumadora de su marido para en solo 4 años de actuar como
senador en Washington pasar a ser presidente de los Estados
Unidos.Pero,también, es poder entrar a las minucias de esos aparatajes
burocráticos de Chicago donde él y ella se encuentran ejerciendo cada quien a
su manera su profesión de abogados exitosos y de pareja calculadora. Es un
libro pegajoso por lo entusiasmante, incitador por el vértigo narrativo que va
adquiriendo cual si fuera una novela del siglo 19 y recomendable para tantas
mujeres blancas y afros que dejan tontamente pasar las oportunidades de
apoyar a los maridos en su batalla por encontrar el éxito.
@eljodario
gardeazabal@eljodario.co
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