Juan Esteban Constaín ha publicado por estos días un libro que
pretende combinar la imparcialidad del historiador con el afecto narrativo por
un personaje y, en vez de resultarle un pastiche,termina siendo la visión
emotiva y por ende apasionante de Alvaro Gómez Hurtado, 100 años después
de su nacimiento. Afortunadamente Constaín entiende, y lo repite con
insistencia, que Álvaro fue el hijo de Laureano y que cargó toda su vida ( aún
ahora) la imagen más negativa que político colombiano alguno haya tenido. Como
tal entonces le gasta la mitad del libro a una apabullante revisión de la vida
de Laureano Gómez ,con detalles humanos y familiares que permiten definir
claramente al “monstruo” que los medios de comunicación y la imaginación
popular encumbraron con terror y que hizo a su hijo a imagen y semejanza aunque
a veces parecería que el viejo expresidente no se hubiera dado cuenta que
Alvaro era más inteligente, más preparado y más
peligroso que él.La otra mitad del libro describe con distintos tonos la
participación de Alvaro desde que era agresivo estudiante hasta que
preside la Asamblea Constituyente, justificando como actuó de copresidente
durante la enfermedad de su padre pero saltando con majestuosidad de hidalgo
popayanejo la participación que la historia le atribuye a Gómez Hurtado en la
quema de El Tiempo y el Espectador y de las casas de Lleras Restrepo y
otros jefes liberales el 6 de septiembre de 1952.Eso sí,
explica,maravillosamente, la eterna tesis de Alvaro de derrocar al régimen y de
conseguir siempre un acuerdo en lo fundamental. Es un libro para leer con
deleite,para aprender historia patria y para entender hasta donde
puede evolucionar un político inteligente.
gardeazabal@eljodario.co
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