A nivel global hay una verdadera
emergencia. La máxima autoridad sanitaria del mundo, la Organización Mundial de
la Salud (OMS), en cabeza de su director, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró
el 11 de marzo de 2020 que la infección por Coronavirus, cuyos primeros casos
fueron detectados el 1 de diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, ubicada en
la parte central de China, era declarada como una pandemia (propagación mundial
de una nueva enfermedad). Según sus palabras, se tomó esta decisión porque “en
las últimas semanas los casos de coronavirus se multiplicaron por 13, y la
cantidad de países con presencia de la enfermedad se triplicó”. Además agregó
que “esta no es solo una crisis de salud pública, es una crisis que afectará a
todos los sectores, por lo que cada sector y cada individuo deben participar en
la lucha”. Ello ha instado a los gobiernos de todo el mundo a que se tomen
medidas encaminadas a controlar la propagación de la pandemia, que al día de
hoy afecta a 123 países, con 121.977 personas diagnosticadas, entre las cuales
han fallecido 4.386.
Las repercusiones de esta nueva
pandemia se han visto reflejadas en un cambio drástico en las relaciones
interpersonales: los saludos ya no son dándose la mano, besándose en la mejilla
o con abrazos; han sido reemplazados por venias, toque de codos o con un simple
hola a prudente distancia. A nivel económico se ha presentado un
desplome de las bolsas de valores y ya hay una reducción drástica del turismo.
Además, se ha declarado la emergencia en ciudades o en países completos, hay
suspensión de eventos masivos, se está priorizando el teletrabajo y hasta se
han agotado los jabones para limpieza de manos, entre otros insumos de protección. Todo esto que he mencionado es
el resultado de reacciones psicológicas que se dan a nivel individual y
colectivo. La persona se siente más vulnerable, teme caer enferma o morir. La
mente global o la mente planetaria también se ve afectada por este tipo de
alarma.
¿Qué recomendaciones se les pueden
dar a las personas? Lo más importante es conservar la calma, porque se ha encontrado
de manera fehaciente que el estrés que vive un individuo se convierte en un
factor de riesgo para su propia salud. En términos simples, como lo ha
demostrado la psiconeuroinmunoendocrinologia (PNIE), la incertidumbre, la
ansiedad, la depresión cursa con baja en el sistema de defensa orgánico y este
es un campo propicio para cualquier microorganismo patógeno, como es el caso
del Covid-19. Tome las medidas de protección que recomienda la OMS y el
ministerio de Salud. Y haga su vida. La pandemia pasará.
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