“No puedes pisar dos veces el mismo río y él no es el mismo hombre”. Esta frase que se sintetiza como “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río” se le atribuye a Heráclito de Éfeso, un filósofo griego que vivió entre los años 535 a.C. y 484 a.C. El fundamento de su doctrina es la impermanencia: todo cambia, nada es estático y todo es transitorio. En este inicio del año 2021, en las personas se están produciendo sutiles cambios psicológicos; por eso, es importante no rechazar la invitación que se hace a través de medios de comunicación para evaluar lo que ha sido la vida en este ciclo anual, como un insumo importante para proyectar las metas o propósitos a cumplir en este nuevo tramo de la existencia. No obstante, tal análisis trae, como es obvio, una serie de repercusiones en la esfera psíquica y emocional.
En estudios que se
han llevado a cabo en distintos países, se ha descrito ampliamente que el
cambio de ciclos puede provocar reacciones que van desde la alegría y el
optimismo que generan los sueños por cumplir, hasta la tristeza y la desolación
por pérdidas materiales o afectivas que se han tenido o por iniciativas que han
fracasado. Ahora bien, el 2020 sí que fue un año que movilizó una serie de
energías en las personas, quienes tuvieron que adaptarse a una situación en
extremo compleja y signada por la incertidumbre y el temor a enfermarse o que
se enfermara un ser querido. Podríamos preguntarnos, entonces, ¿qué marca la
diferencia entre superar las contingencias vitales y utilizarlas para el
crecimiento o el fortalecimiento de la persona, o “quebrarse” psíquica y
emocionalmente y desarrollar diferentes trastornos como la ansiedad, la
depresión, o el trastorno de estrés postraumático?
La respuesta es la
capacidad que tiene el individuo para enfrentar las contingencias de una manera
asertiva, que no le produzca daños a su funcionalidad en la interacción consigo
mismo y con los demás. El concepto de resiliencia se entiende como la capacidad
para sobreponerse a las circunstancias internas o externas, por muy difíciles
que sean; ¿se puede aprender a serlo? La respuesta es un sí rotundo. Uno de los
elementos que contribuyen a salir avante ante las situaciones adversas
es entender lo que nos dice Heráclito: que todo es cambiante, que nada
permanece y que el humano como integrante del universo funciona de igual forma.
Por esta razón, se debe estar dispuesto a generar transformaciones en la vida,
a no detenerse; a aceptar los cambios y aprovecharlos de la mejor manera para
que se conviertan en un estímulo para evolucionar personal y colectivamente. www.urielescobar.com.co
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