Quien no tiene paz en su interior no podrá establecer relaciones interhumanas basadas en el diálogo, la aceptación de la diferencia y el respeto. El individuo en cada uno de sus actos está proyectando lo que tiene en su interior. Esto no es nuevo, en el antiguo Egipto, a un personaje mítico al que llamaron Hermes Trismegisto se le atribuye una sentencia que dice: “Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”. La frase fue recogida en el año 1908 y publicada en El Kybalión, donde ubican este principio como la segunda de las siete leyes del universo o del hermetismo. Años después, un filósofo y matemático griego, Pitágoras, nacido en el 572 a.C., planteó que el universo era el resultado de la armonía resultante de la relación entre las matemáticas, la música y los astros. Desde esta perspectiva, el mundo está constituido como una sinfonía interconectada compuesta por el Gran Hombre (el universo) y el Pequeño Hombre (el ser humano).
En 1900 se produjo una gran
revolución en la ciencia, al tratar de explicar la relación del mundo interno
del ser humano con el entorno que lo circunda, y que constituye una gran unidad.
Las investigaciones de Max Planck, Albert Einstein y Max Born dieron como
resultado la aparición de la mecánica cuántica. Estudios posteriores liderados
por Stephen Hawking y Matvei Petrovich aportaron más luces sobre el origen del
universo, la teoría del todo y las supercuerdas. En síntesis, concluyeron que
el humano no está solo, sino interconectado; el universo sería un inmenso
cerebro que trasmite información, al cual estaría conectado el cerebro humano para
recibir retroalimentación permanente de esa gran inteligencia cósmica. Con este
marco referencial, volvamos a lo que se planteó en el inicio del artículo.
La paz surge del interior del
individuo y esa experiencia íntima es lo que proyecta en la familia, en los
ámbitos escolar y laboral y, en general, en la sociedad. Por esta razón, he
planteado que en Colombia no podrá haber paz mientras no se desarmen los
corazones y se viva de acuerdo con los principios básicos de convivencia en
comunidad: el diálogo, la aceptación de la diferencia y la construcción de
consensos en la diversidad. ¿Se vive según estos principios en el país? La
respuesta es un no contundente. Lo que se observa es la polarización cada vez
más marcada entre los simpatizantes de los bandos, que se han divido entre
extremos de derecha, izquierda y, también, del centro. La gran mayoría de los
líderes políticos que están en la contienda por ganar la presidencia en el año
2022 basan su discurso en el ataque frontal a sus contradictores, olvidando un
concepto elemental: el líder que empuje a Colombia hacia un salto democrático
con justicia social será aquel que tenga la capacidad para establecer acuerdos
con sus contradictores, y esto no se consigue con ataques, sino con el diálogo
civilizado. www.urielescobar.com.co
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