Cuando pensamos en la práctica del Derecho, nos imaginamos personas intelectuales, trajes elegantes y latinismos que parecen hechizos sacados de películas para adolescentes.
Sin embargo, en
muy pocas ocasiones la asociamos con la tecnología que invade, espía, acompaña
y que se ha tomado la vida cotidiana convirtiéndose en algo indispensable como nuevas
opciones dinámicas profesionales y nuevas oportunidades de negocios que quizá
muchos rechazan o ven como enemigos que truncan el ejercicio eficiente de la abogacía
en tanto ciencia y oficio.
En este escenario tecnológico, el
abogado moderno deja de ser un abogado cliché; de ser la figura formal y
postiza que imaginamos cuando cerramos los ojos, y pasa a ser un profesional
que aprovecha la evolución de su entorno utilizando la tecnología como
instrumento de acercamiento a las personas, de prestación de servicios más
eficientes y humanos
De acuerdo con Juan David González, docente del programa de Derecho de Areandina seccional Pereira, “se debe proponer desde la academia un cambio de paradigma que consiste en dos cuestiones principales.
Por un lado, la capacitación a estudiantes y docentes
sobre instrumentos, herramientas y artefactos tecnológicos y por el otro, el
imperativo del empleo de las tecnologías al servicio de la academia, de la
abogacía y de la humanización de la profesión”.
En pro de generar nuevas competencias
que se convertirán en normas rectoras para el ejercicio eficiente del Derecho y
ser un abogado 4.0, para el académico González, este concepto no se limita a la
adquisición de competencias tecnológicas que reciben las personas en el alma
máter; por el contrario, se complementa con el entender que el entorno actual
es cambiante, diverso y quien se encuentre a la vanguardia, triunfará.
“En términos economicistas y
utilitaristas, se puede traducir en ingresos y oportunidades para dejar a un
lado las zonas tradicionales de confort, buscando irrumpir en la prestación de
servicios jurídicos mediante la utilización de herramientas digitales, redes
sociales, tecnologías emergentes, etc.”, explica el experto González.
Un sistema judicial más especializado
Cuando se tiene un panorama en el que
el estudiante, pero también el abogado, el profesor, el juez o el ciudadano, se
encaran a la existencia de asuntos controlados por inteligencia artificial, esta
tecnología se implementa vertiginosamente en interacciones comerciales,
sociales y mercantiles, lo que para el abogado González, aunque no lo veamos o
creamos que no existe, se lo considera un asunto cercano a la ciencia ficción.
“En el campo del Derecho se han
realizado propuestas de avances en la utilización de inteligencia artificial
aplicada al juzgamiento de personas en algunos sistemas judiciales en los que
se propende por evitar la interpretación errónea de las normas y los sesgos de
los seres humanos. Para ellos, la IA representa una solución real que surge de
alimentar sistemas de información con la normativa vigente, con casos ya
resueltos y con hipótesis ya aplicadas en juicios reales para generar un aprendizaje
automatizado que pueda tomar decisiones respecto a problemas jurídicos simples
o complejos, según el grado de sofisticación del algoritmo, lo que se prevé que
en algún momento, sea posible reemplazar jueces y abogados litigantes con
robots o máquinas dotadas de inteligencia artificial”, explica el
docente González.
Si bien la inteligencia artificial ayuda
a ser más eficientes en la toma de decisiones, es a través de softwares
alimentados por abogados expertos donde se podrá tener respuestas eficientes a
problemas jurídicos, lo que el experto González explica que “con parámetros
matemáticos se podrá calcular escalas mensurables de probabilidad de éxito o
fracaso en un litigio. Los administradores de justicia deberán utilizar esta
tecnología para analizar los hechos y argumentos presentados por las partes y
obtener soluciones a problemas jurídicos planteados. En últimas, quienes
continuarán tomando las decisiones serán personas que deberán inclinarse por
alguna de las soluciones plausibles que la inteligencia artificial les plantee;
es decir, los jueces no se acabarán, sino que se especializarán”.
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