La pérdida física de un ser querido provoca
un gran sufrimiento. Este sentimiento se experimenta en mayor o menor medida
dependiendo de la carga emocional ligada al objeto, las personas, las
posesiones materiales o las relaciones que están implicadas. ¿Por qué se
produce esta experiencia? Muchos enfoques, que van desde perspectivas
espirituales, hasta las filosóficas y psicológicas, han tratado de explicar
este fenómeno tan común a la experiencia vital humana. Uno de los que más lo
estudió y convirtió en pilar fundamental de su doctrina fue Siddharta Gautama,
más conocido como el Buda (563 – 483 a.C.). Él planteaba que el apego es una de
las causas principales del sufrimiento. ¿Cómo lo entendía? Como una forma de
aferrarse o de desear obsesivamente algo
o a alguien, y esta ligazón excesiva a las cosas materiales, ideas o personas
es lo que desemboca finalmente cuando se pierde en esta vivencia dolorosa. Precisamente,
este era el profundo sufrimiento que experimentaba Ernesto cuando asistió a la
sesión de psicoterapia. El psiquiatra indagó sobre la razón principal para
sentirse de esta manera, y él lo expresó de la siguiente forma.
Titán, el perro que lo acompaña desde hace 14
años, y se ha convertido en uno de los pilares fundamentales de su vida
afectiva, desde hace días se encuentra en enfermedad terminal y padeciendo
muchos dolores. El veterinario le ha dicho que no hay nada más por hacer y que
él sigue vivo porque Ernesto no lo deja partir. Al preguntarle qué pensaba
sobre la afirmación del profesional, contestó que efectivamente él no quería
que Titán se muriera porque no toleraría tanto dolor. Y le añadió: “¿Usted
aceptaría y dejaría partir a sus padres hacia la muerte? Sé que no, y eso mismo
significa este animal para mí. Haré todo lo necesario para que siga conmigo”.
Retomemos lo que plantea el Buda a este respecto: dice que el apego ata a la
persona al ciclo del sufrimiento, porque las cosas y las relaciones son
impermanentes y tarde o temprano desaparecerán; por este motivo debe aprender a
liberarse del sufrimiento a través del desprendimiento del apego y cultivar la
aceptación de la transitoriedad de las formas tangibles.
La filosofía estoica fundada en la antigua
Grecia en el siglo III a.C. por Zenón de Citio (334 – 262), y que tuvo un gran
auge por aportes que hicieron seguidores insignes como Séneca, Epicteto y Marco
Aurelio, promulgaba que el desapego era fundamental para alcanzar la serenidad
interior de donde se deriva la verdadera felicidad. También promovían una
actitud de aceptación y de no apego a las cosas materiales, las ideas y las
relaciones, y más bien motivaban a centrar el propósito vital en lo que puede
ser controlado por la persona: sus propias acciones y sus actitudes. Apegarse a
algo es supeditar la propia felicidad y el bienestar personal a situaciones que
escapan del dominio del sujeto, y es de esta actitud de donde en gran parte
deriva el sufrimiento humano. www.urielescobar.com.co
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