La vida de los seres vivos tiene un propósito. En el transcurso del ciclo vital les ha sido asignada por parte del principio creador (la ley que rige todo lo existente) una serie de funciones que deben cumplir en un determinado tiempo y en un entorno en el que interactúan con otras criaturas.
En el caso de la especie humana, además de ese propósito natural, tiene otras funciones de igual importancia: reflexionar sobre su quehacer e indagar sobre fenómenos como la vida, la muerte, el sufrimiento, la felicidad, el actuar ético, el comportamiento moral. La historia del pensamiento humano se puede resumir como la búsqueda incesante acerca del sentido de su propia existencia.
El filósofo griego Aristóteles (384 – 322 a.C.), a quien se le considera como uno de los pensadores con mayor influencia en la cultura de Occidente, en su libro Ética a Nicómaco aborda diez temas fundamentales para tratar de explicar las preocupaciones que han acompañado -y lo continuarán haciendo- al ser humano en su transitar evolutivo.
El autor le concede gran importancia a la virtud, y
desarrolla el concepto en los libros II, IV y VI de esta obra. Para este
filósofo, la virtud es un hábito
adquirido a través de la práctica y la educación, y consiste principalmente en
que el individuo alcance a través del razonamiento el justo término medio entre
dos extremos.
Buda (563 – 483 a.C.) consideraba la virtud como uno de los ejes principales para que el individuo alcanzara su propia realización, y para lograrla se debía vivir de una manera ética y moral, evitando acciones dañinas y cultivando las beneficiosas para uno mismo y para los demás, de esta manera se liberaba de la rueda del sufrimiento y se alcanzaba la paz y la felicidad auténtica.
En la Biblia, el libro de los proverbios
contiene muchos elementos o sentencias para tener una vida virtuosa regida por
la prudencia, que es una de las virtudes principales: “El verdadero sabio
emplea pocas palabras; la persona con entendimiento es serena” (Proverbios
17:27-28). Por su parte, la filosofía estoica ha desarrollado con mayor
profundidad este concepto y lo concibe como una condición natural y esencial
del ser humano. Esta escuela define la virtud como la capacidad de vivir de
acuerdo con la razón y la naturaleza, actuando con base en los siguientes
principios rectores: sabiduría, coraje, justicia y moderación. Por esta razón (según el estoicismo), tener
un comportamiento virtuoso es el gran objetivo que debe perseguir una persona
si desea alcanzar su propia realización y vivir en armonía con el entorno.
Las complejidades de la
civilización actual con fenómenos derivados del desarrollo tecnológico, como la
incertidumbre, la “ausencia de futuro” que experimentan muchas personas
jóvenes, la soledad manifestada por las mayores y la falta de contacto
interhumano que se expresan en indicadores que cada año alcanzan cifras
epidémicas, como la depresión, el consumo de sustancias psicoactivas y el
suicidio, plantean grandes retos a quienes viven en la civilización actual. Un
comportamiento virtuoso es una de las vías más expeditas para alcanzar una vida
plena en circunstancias tan complejas. www.urielescobar.com.co
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