El hecho de que los periódicos de
España ,la Florida y América Latina hayan titulado este domingo que Trump
le ha hecho un sonoro desaire al presidente Santos, recibiendo
en su casa de las cercanías de Miami a los expresidentes colombianos
Uribe y Pastrana ,sin hasta ahora haberse reunido con el actual mandatario
nacional, es el más claro mensaje del variable ( y muchas veces
imprevisible esquema de gobierno ) que hoy tiene el presidente
norteamericano frente a la Casa de Nariño.
Pueden barajarse muchas interpretaciones
de este contundente accionar del gringo. La primera, y quizás la más
diciente es que para poder que esa reunión se realizara debieron haberse
movido los hilos de la embajada colombiana en Washington y ,de nuevo, la
posición y actuaciones del embajador Pinzón quedan en entredicho o
tal vez lo acercan a la posibilidad de convertirse en el candidato
puente entre los santistas, los uribistas y el partido conservador .
Pero tampoco puede descartarse
que Trump quiere demostrarle a la Casa de Nariño que los tiempos de Obama
terminaron para Colombia y,lo que puede ser más duro todavía, que Trump no
estuvo de acuerdo,por ejemplo, con que Santos hubiese impuesto
a Naranjo como vicepresidente pese a las virulentas afirmaciones que tanto
Pastrana como Uribe hicieron sobre el general, usando seguramente
informaciones de agencias norteamericanas.
Hay quienes piensan sin embargo
que el hecho de haberse reunido Trump con Uribe y Pastrana no pasó de ser
sino una habilidosa jugada del influyente senador Díaz Balart, amigo
muy cercano de los dos expresidentes y contradictor permanente de Santos.
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