por : ALVARO RODRIGUEZ HEl Hospital San Jorge de
Pereira ha estado al amparo de milagros desde su nacimiento, en una salud
corrompida hoy. En manos de magos y de una intermediación feroz.
La salud está salpicada de
incertidumbre. De escudos perversos para atrofiarla, para postrarla como el
peor de los enfermos. No está en el quirófano: la tienen lista en el ataúd en
medio de perversidades. La han saqueado. Sin oxígeno.
¿Por qué se fue el gerente
del San Jorge, si tenía cargo fijo? Ojalá dilucidaran este interrogante. Pero
no el tonto, simple, vago de - como lo
señala el informe oficial – “porque decidió renunciar al cargo”. Algo más de fondo se esconde.
¿Tiene, ha tenido y sigue teniendo dueños la salud en Risaralda? ¿Tiene marca
propia de ganado, de hacienda?
Escuchando a los diputados,
las dudas crecen, huele maluco, advirtió Geovanny Londoño, diputado del MIRA.
Ha tenido manejo inadecuado y se maneja
como tienda, reviró el diputado del CD, Durguez Espinoza.
El propio gerente que – si
bien conoce al sector – no ocultó las suspicacias por los recursos. Acaso, pese
a los 70 mil millones que le deben las EPS,
esos ingresos operacionales por la venta de servicios dejan variaciones del 3.5 por ciento ($3.397 millones) mientras
sus costos de venta de servicios, del 8,7 por ciento (del orden de los
$7.292 millones) ¿Hubo sociedad extraña, rara, en el cobro de cartera? ¿Quién
responde por los manejos de medicamentos, que permitieron ahora, recuperar $1.100
millones’ ¿Acaso, hubo sobrecostos? ¿Había tarifas en otros servicios? ¿Cómo se
encuentran muchos equipos médicos y cómo, unos servicios eran priorizados?
¿Correspondió a un mandato técnico, las fuertes inversiones físicas y
tecnológicas, hechas?
A ello, hay que agregarle la
carga sindical moderna, anexa con la formalización y que demanda una carga
laboral excesiva (incremento de $1.226 millones por concepto de salarios y prestaciones sociales debido a la inclusión de la planta temporal de 409 empleados)
Mucho tendrán qué decir
en esa danza de sindicatos, que
apiñados, se aferran a los lomos de esa histórica entidad surgida del civismo y
no de la corrupción.
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