Al alcalde Enrique
Peñalosa,como a Reficar, les ha llegado su hora. El hecho de haber recogido 650
mil firmas para tocar la puerta y lograr que se abra la opción de la
destitución por voto popular de un alcalde fracasado, es demasiado evidente y
atronador como para que los dueños del comedor santafereño traten de buscar
formulaciones jurídicas para derrumbar el rechazo de los habitantes de Bogotá.
De la misma manera,después de leerse las declaraciones del
Fiscal Nestor Humberto Martínez se advierte claramente que el problema generado
en Reficar no fue ni por la llegada ni por la salida de Glencore como socio,
sino porque se le entregó a Chicago Bride & Iron ( CB&I ) la chequera
de los socios colombianos y por allí se abrió la vena rota.
En Bogotá la insistencia de Peñalosa en seguir gobernando a la
ciudad desde el pedestal de una gloria que no ha conseguido, menospreciando a
sus semejantes desde una grandeza que no posee, lo ha llevado a no corregir los
malos pasos sino a repetir la historia de la vaca metida en el pantano, que
mientras más chapalea, más se hunde.
En Reficar, nos cuenta el Fiscal, hubo un auditor,Foster
Wheeler, que objetó varios gastos y pese a que advirtió que de hacerlos se
estaría pagando dos veces por los mismos bienes, se pagaron y como lo dice
jocosamente el hijo de don Salustiano, “el chistecito nos costó 610 mil
millones de pesos colombianos”.
Peñalosa puede optar por retirarse ante la evidencia
castatrófica de que lo quieren revocar. Sería recuperar la sensatez que parece
haber dejado abandonada en alguna universidad parisina. En Reficar no hay
nada que hacer con el cántaro roto, como en la fábula de La Lechera,todo
está perdido.
@eljodario
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