La Corte Suprema de Justicia, así le hubiesen montado las
arandelas de la Corte Constitucional y el Consejo Superior de la Judicatura en
1991, tratando de arrebatarle su majestad y poderío, sigue siendo la máxima
Corte de este país de antojados que no pueden ver durar ni una Constitución ni
una entidad estatal ,porque buscan siempre como desbaratarla.
Por estos días esa Corte pareciera que vive sus útimos
momentos.La existencia de la Jursidicción Especial de Paz ( JEP) que le reemplazará
oficiosamente ( según el Mamotreto de La Habana II ) hace sentir a sus
miembros que les salió competencia y lo que es peor, que les pueden haber
montado un órgano de revisión de sus fallos anteriores.
Para quienes redactaron el primer mamotreto de La Habana, que
sudaba venganza por todos sus artículos e incisos,la JEP arrasaba con todo.
Después del plebiscito ,el Mamotreto II le quitó el aire de venganza y la
volvió un ente que si bien le competirá a la Corte Suprema, también le plantea
una disyuntiva: o entroniza el perdón y el olvido o la otra, disfraza la
impunidad con la esperanza.
La Corte Suprema debería entonces reaccionar y, sin caminar
senderos de desquite ,dar golpes de opinión y de jurisprudencia con casos que
tiene demorados de fallo.El proceso de Luis Alfredo Ramos,por ejemplo,que
podría sentar un precedente radical contra quienes montaron desde los
aparatajes de la justicia la guillotina de los testigos falsos, no solo tiene
importancia política sino jurídica,pero está engavetado. Es la
oportunidad de despojar a la justicia( administrada en el futuro por la
Corte o por la JEP) de ese engendro funesto del testigo falso, usado en
los últimos años para que la justicia se hubiera desprestigiado.
@eljodario
eljodario@gmail.com
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