Por otra parte, el periodo de la Violencia en Colombia –que empezó en 1948 y aún no se acaba– ha dejado 8.074.272 víctimas, 7.134.646 casos de desplazamiento, 983.033 homicidios, 165.927 desapariciones forzadas, 10.237 torturas y 34.814 secuestros, según el informe presentado el 8 de Abril del 2017 por el Gobierno nacional para conmemorar “el Día de las Víctimas, la Memoria y el Perdón”. ¡Cuánto sufrimiento no esconden esas frías estadísticas de 69 años de lucha fratricida! ¿Y en la actualidad cuál es la actitud predominante en Colombia? Sin duda, el odio, la confrontación y la polarización.
Es como si en este momento estuviéramos dando un salto al pasado, y nos instaláramos de nuevo en la Patria Boba, aunque con nuevos actores, por supuesto. Nos hemos olvidado de la sentencia contundente cuya originalidad se le atribuye a Confucio: "Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. En Colombia, por un lado, tenemos a los bandos que proponen que se consolide un proceso de paz con la fuerza insurreccional más antigua del mundo, y por otro, a aquellos que proponen "volver trizas" el acuerdo logrado. Ambos olvidan que el anhelo de la paz no tiene nada que ver con partidos políticos ni con vanidades electoreras. La concordia, la paz y el desarrollo no se consiguen con insultos o acusaciones, sino a través de un diálogo y un consenso civilizado entre todos los colombianos.
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