Nada sucede por azar. Todo fenómeno
obedece a unas leyes que gobiernan al universo. Cuando se revisa la historia
evolutiva del planeta Tierra, nos encontramos que este ha sido golpeado por
muchos cataclismos, ciclones, inundaciones y otras grandes catástrofes, que
antes de la aparición del ser humano exterminaron a casi todas las especies
vivas que poblaban su superficie. Se puede decir que desde el nacimiento de la
Tierra, hace más de 4.500 millones de años, han sucedido miles de tragedias que
demuestran que es un planeta vivo, en un período permanente de reacomodo o de ajuste,
que puede parecer inexplicable pero que funciona de acuerdo a sus propias
leyes. Solamente cuatro verdaderas tragedias han amenazado con su propia
extinción: la primera, el choque con otro planeta; luego, los bombardeos de
meteoritos; después, el período de glaciación; y, finalmente, la gran extinción
o mortandad ocurrida entre los períodos pérmico-triásico, hace 250 millones de
años.
El ser humano se ha visto sometido
en distintas épocas y, en diferentes sitios, a fenómenos naturales que han
provocado la muerte de muchas personas, como es el caso de la erupción de los cráteres
de Laki en Islandia, que produjo 6 millones de muertes; o la sequía de la
cuenca del río Amarillo en China en 1876, donde murieron 13 millones de habitantes;
o el terremoto de Tokio en 1923, con más de 142.000 víctimas. Muchas pandemias
también han arrasado con grupos de población muy importantes, como la plaga de
Justiniano o la peste bubónica, que mató
a 100 millones entre los años 541 al
542; o la gripe española o influenza, que apareció a finales de la primera
guerra mundial y entre 1918 y 1920 acabó con la vida de cerca de 50 millones de
seres humanos; y ni se diga de la epidemia del VIH/SIDA, que desde 1960 hasta
la actualidad ha sido responsable de la muerte de más de 39 millones de individuos.
La pandemia actual provocada por el
Coronavirus, que ha movilizado a todo el mundo, ha afectado a 194.909 personas,
con 7.876 muertes en 146 países. Esta situación nos recuerda que la especie
humana no es la dueña de la Tierra, sino que es una más, entre las 7.77
millones de especies actuales que la pueblan. Una lección de humildad que jamás
debemos olvidar. El Covi-19 ha llegado, está entre nosotros y ha desatado un
pánico colectivo que nos debe invitar a la siguiente reflexión: por mucha
tecnología y conocimientos que hayamos desarrollado, las fuerzas de la
naturaleza siempre nos dicen que debemos vivir en armonía con el entorno y con
nuestros semejantes.
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