Buda dijo hace un poco más de 2600 años que el propósito de la vida de los seres humanos es ser felices, y hasta donde sea posible evitar el sufrimiento. Es sorprendente esta sentencia cuando la expresa alguien que durante muchos años se sometió voluntariamente a ayunos extensos e intensos y torturó su cuerpo físico, al cual consideraba, en ese entonces, como un impedimento para la realización y autoconocimiento del ser. En sus primeros años tuvo una vida de placeres y excesos, como príncipe que era de la región de Kapilavastu en la India. Pero este joven, a quien su padre estaba preparando para que lo reemplazara como monarca, renunció desencantado a dicho estatus y resueltamente decidió que su propósito era alcanzar la sabiduría para entender la complejidad de la existencia humana, especialmente el porqué estamos sometidos al sufrimiento y a la rueda del nacimiento y la muerte. Al alcanzar la iluminación, llegó a la conclusión de que ningún extremo (exceso o privaciones) era la respuesta para lograr el bienestar, sino que este se alcanzaba en el sabio camino medio.
Hay un cuento anónimo que se adapta
a diferentes culturas y que permite acercarse al concepto de bienestar
expresado por Buda: el del pescador y el empresario. Dice la historia que un
hombre de negocios observó a un pescador que temprano en la mañana descargó los
peces que había atrapado en pocas horas y se dedicó el resto del día a
compartir con la familia y con los amigos. Extrañado, el empresario le preguntó
al pescador por qué no seguía trabajando para obtener más peces y, por
supuesto, mayores recursos, para convertirse en una persona de éxito. El
pescador le respondió que con eso era suficiente para alimentar a toda la
familia. El empresario le dijo que esa era la razón por la cual no podría tener
riquezas. “¿Y para qué ser rico?”, le inquirió el pescador. “Para crecer y
montar una gran empresa y ya con dinero retirarte en tu vejez y dedicarte a la
familia y a compartir con los amigos”, afirmó el empresario. “Precisamente, eso
es lo que estoy haciendo en este momento”, concluyó el pescador.
En muchos sectores de la sociedad
colombiana predomina el pensamiento del empresario: ser exitoso es acumular
riqueza, sin importar que para alcanzarla haya que robar o explotar al
semejante. La filosofía del Buda y la del pescador tienen en común que el
propósito de la vida es ser feliz o vivir sabroso –como dicen en ciertas
regiones de las costas atlántica y pacífica–, disfrutando de la amistad, la
familia, el folclore y con una actitud alegre que le rinde un homenaje al
milagro de la existencia y de la hermandad entre los seres humanos. No puede
haber mayor riqueza en un estado social de derecho que preocuparse por el
bienestar y la calidad de vida de todos sus habitantes. El desarrollo no se
debería medir por el producto interno bruto, sino por el índice de bienestar de
la población. www.urielescobar.com.co
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