Ni al papa Francisco ni al cardenal ni a los obispos que hablaron
durante la peregrinación que presenciamos los colombianos la semana pasada,les
oímos mencionar a la monja secuestrada en Malí, la franciscana Sor Gloria
Nárvaez, de quien no se ha vuelto a saber nada. Ni siquiera el arzobispo de
Cartagena, monseñor Jiménez, caracterizadamente hablador y dicharachero,la
mencionó o elevó una oración por su rescate.
Hace unos meses,cuando la noticia de su secuestro en esas tierras lejanas de
Malí se mencionaba en los medios, protesté en esta columna y en el programa que
diariamente mantengo con Hernán Peláez, porque la Conferencia Episcopal reunida
en Bogotá no había hecho ninguna manifestación en favor de la religiosa
franciscana de Maria Inmaculada, oriunda de Pasto, y quien ejerciendo el rol de
misionera católica debía ser amparada por la máxima congregación de obispos de
Colombia. Una semana después, y a petición del arzobispo de Pamplona se obtuvo
una mención a través del tuiter.
Pero de allí no pasaron a más. No sabemos si en el secretismo del Nuncio
Balestrero ( a quien el papa Francisco pone evidentemente muy pocas
bolas) o en la rigidez facial y emocional del cardenal Salazar ocultan
alguna gestión ante el gobierno de Macron,quien es el patrón de todo esos
países francófonos de Africa.Menos que sabemos si el presidente Santos le
recordó la monja secuestrada al papa en los cortísimos espacios que tanta
batahola les dejó para conversar en privado.Lo cierto es que Sor Gloria Narváez
es una monja olvidada.
@eljodario
gardeazabal@eljodario.co
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