Tal como lo advertíamos al comienzo de la batahola
que cobija la Sala Penal de la Corte,la bola de nieve va creciendo en la medida
en que las víctimas van perdiendo el miedo de hablar o los Estados Unidos
siguen mandando documentos.En unos días,cuando de un lado o del otro lleguen
experiencias de víctimas o análisis de fallos de las otras salas, la laboral y
la civil.Y cuando se revelen los estudios que se han hecho de fallos
provocativamente jugosos que se dieron o evitaron en el Consejo de Estado y la
Corte Constitucional, el andamiaje de las Cortes se derrumba.
El esfuerzo de los medios, cercanos en alguna
medida al gobernante, trata de convertir lo descubierto en un problema de
extorsión manejado por el abogado Moreno.Pero el asunto no es por allí. No es
extorsión. Es que la justicia estaba tarifada y obliga a pensar al ciudadano
común que los Morenos y los Bustos deben abundar en las otras salas de
las Cortes,o en los Tribunales o en los Juzgados, sirviendo de agentes o
comercializadores de la sinverguenzería.
Hasta ahora hemos sabido de compatriotas que
pudieron salvarse del yugo de la ley porque abonaron a tiempo la tarifa. Pero
oyendo a Julio Manzur ,hasta el más ignaro de los colombianos piensa sobre a
cuántos más les pasó lo mismo o a cuántos condenaron porque alguien pagó
la otra tarifa, la de impedir el fallo absolutorio.
Ese maldito tráfico con el dinero de por medio
volvió vulnerable a la justicia hasta desbaratarla.Y ni hablemos de
cuando ha sido usada como herramienta política.Ese es otro capítulo que alguna
vez debe destaparse.
@eljodario
0 comentarios:
Publicar un comentario