Cuando se analiza históricamente el desarrollo de una sociedad, se
encuentran unos elementos que se pueden considerar fundamentales, para que este
haya sido posible. Uno de los más importantes a destacar, es el conocimiento de
cuáles han sido los hitos considerados como motores de las transformaciones
sociales para el bienestar colectivo. Podemos ejemplificar este concepto con la
situación de disputa entre España y una de sus comunidades autónomas, en este
caso Cataluña. La conformación de esta comunidad como se conoce actualmente se
remonta al año 801, momento en que varias regiones conformaron la llamada marca
hispánica.
Desde ese tiempo se han sucedido guerras, invasiones, secesiones de
territorios a países más poderosos, recesiones económicas, migraciones,
violencias, y muchos otros intentos por destruir una cultura y una tradición
que se ha preservado hasta la actualidad. Cataluña, de las 17 comunidades
autónomas de España, es la segunda que más aporta a la economía de la nación.
La lucha organizada iniciada en el año 1880, cuando se conformó el primer
congreso catalanista, busca el reconocimiento de Cataluña como una nación
soberana, teniendo en cuenta su historia, la cultura y la lengua.
Sin entrar a juzgar sobre si el intento
actual de independencia de Cataluña es conveniente o no, el hecho que quiero
resaltar es la importancia que tiene para cualquier nación, el reconocerse con
unos principios y unos valores que por mucho avance tecnológico que haya,
siempre se deben tratar de preservar. Extrapolando a nuestro país, Colombia
necesita como parte de su proceso de avance y desarrollo, rescatar los
elementos que nos han aglutinado históricamente. Aceptarnos en la diversidad de
razas que originalmente se entrecruzaron y que han dado como resultado un
mestizaje que constituye al ser colombiano, con sus manifestaciones
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