No ha pasado un año desde el día que el país se
metió de lleno en la paz cuando ya se han declarado,con documentos oficiales en
mano, dos nuevas guerras, una militar ordenada por el señor ministro de Defensa
( no por el premio nobel de paz) a través de una directiva a las tropas,
autorizando los bombardeos a los campamentos de las disidencias y otra,
política, del Procurador contra los amigos de Vargas Lleras.
Las actuaciones no han sido bien leídas
por quienes primero comen mermelada y después dan o comentan la
noticia,pero ambas traen de nuevo la guerra. La primera porque admite que el
pacto de La Habana al dejar los instrumentos para combatir a sangre y fuego a
los enemigos de la paz,sembró la semilla de la nueva guerra. La del Procurador,
actuando como el eterno monaguillo de Cesar Gaviria,porque le declara la
guerra a Vargas Lleras buscando limpiar el camino para la coalición de
centro izquierda que quiere Gaviria, con la candidatura de Fajardo como
coaligante.
La guerra política la declaró Carrillo ,el pasado
lunes, enviando sendas y muy sibilinas cartas, una al senador Lizcano,
(quien se le abrió a la U y se fue para donde Vargas),removiendo lo del lote
donde no pudieron instalar una bomba de gasolina y otra a Barranquilla (
territorio de Vargas y los Char) pidiendo la finalización de la Triple A
que presta los servicios públicos en esa ciudad.
Son actos de guerra, así el
uno esté respaldado por las presuntas modificaciones constitucionales que
engendraron en La Habana y el otro por la actuación del ministerio público en
entidades oficiales. Es volver a usar los mismos métodos viejos por los cuales
nunca hemos podido evolucionar de verdad.
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