Las declaraciones del contralor Córdoba a Yamid Amat el pasado
domingo en “El Tiempo” en vez de generar un apoyo unánime ante las gravísimas
denuncias que allí se hacen, ha despertado un aumento en los resquemores de los
gremios frente a la persona del Contralor y ,muy extrañamente, frente a la
posibilidad de que salga adelante la reforma constitucional que se ha
abierto paso para dotar al control fiscal de herramientas y sapiencias. Muy
probablemente el pereirano Felipe Córdoba no les caiga bien a los emperifollados
Pepe Laufaurie o Santiago Castro con sus dichos montañeros “ cada
niño con su boleta”, “Zapatero a tus zapatos”,” una cosa es guayo para
jugadores y otra jugadores paraguayos”.Pero otra cosa muy distinta es defender
el control preventivo que pide el Contralor y al que les queda muy pero
muy feo a los gremios oponerse.
Bien lo explicó en el Congreso, y se lo aprobaron, no es lo
mismo control preventivo para que expertos en la materia le digan a los
contratistas y contratantes por dónde no deberían caminar, que control
previo,que inevitablemente lleva a una coadministración y a unos manejos
sancionatorios que paralizan cualquier ejecución de contrato y
abren puertas a la extorsión y el menudeo.Pero en el afán de los gremios
de defender lo privado y de no aceptar que nadie les advierta que un puente
puede quedar torcido si emplean tal o cual material ( como el de
Hisgaura),andan con los pelos de punta porque la palabra “preventivo” va a
quedar en la Carta y dizque le abre las puertas de nuevo a la corrupción o al
exagerado poder para quien ejerza la Contraloría.Si no pueden precisar verbal y
gramaticalmente la diferencia entre previo y preventivo en el contexto de la
Carta,pues que lo garanticen en las leyes con las que deben poner a funcionar la
nueva norma constitucional. O si no para qué son las leyes?
gardeazabal@eljodario.co
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