Cuando en la mañana de hoy 24 de octubre de 2019 aparezca de
nuevo por la puerta del cementerio monumento del Valle de los Caídos el féretro
llevando los restos mortales del generalísimo Francisco Franco, España no habrá
cerrado un capítulo de su historia de casi un siglo sino que habrá vuelto
a echar limón con sal en la herida que les dejo abierta la guerra civil de
1936, que por tres años dividió una vez más a su país y al mundo ,la enfrentó
imbécilmente con su futuro y los puso de nuevo a repetir lo que mejor han
hecho sus habitantes: declararse por cualquier motivo la guerra entre ellos.
Si no hubiese elecciones en España el próximo 10 de
noviembre y el presidente en funciones no tuviera, pese a su edad, el recuerdo
vivo del trapo socialista derrotado en la cruenta guerra,la exhumación de
los restos del dictador por 40 años de la antigua Hispania Romana estaría
revestida de la parafernalia de los grandes momentos de reconciliación que
todos los pueblos tienen con sus errores del pasado.Pero ha sido todo lo
contrario. Pedro Sánchez, aspirando a ganar las elecciones, ha apelado al
sectarismo y ,44 años después de muerto Franco, ha vuelto a ondear la enseña
del odio alimentando el sentimiento de venganza que tan a flor de piel
tienen los españoles y que nosotros,los colombianos, heredamos en nuestros
genes.
Que no haya sonido de trompetas ni tambores para el hombre que
comandó el ejército vencedor de la contienda, es una vergajada españoleta. Que
no le dejen poner siquiera una bandera al ataúd que lleva los restos de quien
enarboló ensangrentada o no la insignia de su patria por más de 50 años, es una
bellaquería.La historia puede servir para recordar los errores pero también
para perdonar a quienes se equivocaron,no para seguirles restregando a futuro
lo que todavía parece un error.
gardeazabal@eljodario.co
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