Cuando uno termina
de leer el atronador estudio que ha realizado el ingeniero de la Facultad de
Geociencias de la Universidad Nacional Modesto Portillo Gamboa,sobre los
antecedentes, desarrollo y consecuencias del proyecto hidroeléctrico de
Hidroituango,no solo se encuentra la radiografía descarnada de lo que
verdaderamente pasó,sino el listado de imbecilidades que se siguen haciendo y
que pueden tener funestas consecuencias a futuro.
Pero si
al mismo tiempo se lee el libro “Errores constructivos de Hidroituango” del
ingeniero Luis Pérez, quien funge en la actualidad como gobernador de
Antioquia, con sus 20 anexos documentales, y lo une con las apreciaciones
científicas al detalle del profesor Portillo, se convence que la proyectada
gran obra de la ingeniería, que salvaría el futuro energético de Colombia, se
volvió una amenaza social y no ha dejado de ser motivo de zozobra permanente,
así nos hayamos olvidado de ella en los medios de comunicación.
Para
ambos ingenieros el impacto dañino de los explosivos usados en la
penetración de la montaña para construir túneles,vías y casa de
máquinas,apenas se está comenzando a sentir y para cualquier lector profano se
convierten en el factor irremediable que terminará por destruir no solo las
esperanzas de constructores y diseñadores, sino la ilusión del pueblo
antioqueño que con toda razón, y haciendo honor a su verraquera emprendedora,
ya se sentía orgulloso de semejante megaobra.
Luego de
la juiciosa lectura de uno y otro texto la conclusión es única y dolorosa.La
presa debe vaciarse en su totalidad y ahí sí, evaluar si puede corregirse o
abandonarla definitivamente.El resto son pamplinas que pueden costar muchos más
miles de millones que los gastados hasta ahora.
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