Hay un aire de frustración entre quienes creían que las
reuniones de obispos en el Vaticano y de cancilleres del Pacto de Lima en
Bogotá resultarían positivas para enfrentar los dos problemas que los
motivaron. Pero parece que allá y acá resultaron con un chorro de babas y los
problemas van a continuar. En el Vaticano los presidentes de las conferencias
episcopales de todo el mundo reunidos para hablar sobre los problemas que el homosexualismo
le ha estado causando a la iglesia,no fueron capaces de hacer una declaración
radical condenando no solo el silencio que ha cubierto a los sacerdotes,obispos
y cardenales abusivos, sino que esquivaron coger el rábano por las hojas y
prefirieron no aceptar públicamente que la iglesia católica está
homosexualizada en todas sus instancias.
En Bogotá el Grupo de Lima reunió a los cancilleres y a tres
presidentes para tratar de digerir el fracaso del evento populista
acaudillado por los presidentes Duque y Piñera de romper la frontera de
Venezuela con 3 camiones cargados de medicinas y alimentos y,como los obispos
en el Vaticano, en vez de asumir la magnitud de la equivocación, se fueron por
las ramas pidiéndole a la ONU,la OEA y la Corte Penal Internacional que
analicen el tema.En ninguno de los 18 puntos de la tibia y melancólica
declaración ( redactada al estilo que le conocemos desde décadas a nuestro
canciller Holmes Trujillo) se habla de rechazo o acogimiento a la oferta
que minutos antes había puesto sobre la mesa el vicepresidente de los Estados
Unidos, de usar cualquier método,inclusive la fuerza militar, para obtener el
derrocamiento de Maduro.
Reunir a 190 obispos
y a 11 cancilleres para salir con comunicados destemplados nos explica por qué
Trump y el demonio están mandando la parada.
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