El 11 de junio del 2019, Colombia
despertó sobrecogida de estupor, dolor e incredulidad porque a las 6:30 a.m.,
las personas que transitaban por la vía La Romelia - El Pollo, que comunica a
Pereira con Dosquebradas, fueron sorprendidas por una avalancha de 26.000
metros cuadrados de tierra que sepultó a 5 carros y 12 motos y dejó un saldo
final de 4 víctimas fatales y 3 más lesionadas. Esta catástrofe se debió al
deslizamiento de la parte posterior del conjunto residencial El Portal de la
Villa, que se llevó gran parte de la cancha, de la zona verde aledaña y que
terminó en la avenida antes mencionada. La solidaridad de las entidades
estatales de orden nacional y local –como lo reconoce el presidente del consejo
de administración de la urbanización, Carlos Alberto Duque– se ha manifestado
para socorrer a las 234 casas y a los 2 locales comerciales que comprometieron
a cerca de 1000 personas.
Las ayudas materiales que han recibido
los residentes de esta urbanización por parte de la Dirección de Gestión de Riesgos
Municipal (Diger), que incluyen $480.000 mensuales durante los próximos 6 meses,
han sido ampliamente difundidas por los medios de comunicación; del mismo modo
ha sucedido con los resultados del estudio técnico por medio del cual –en caso
de ser positivo para los residentes– la aseguradora indemnizará a estas
familias, para que consigan una nueva vivienda. No obstante, hay una tragedia
de igual o quizás de peor magnitud que está pasando desapercibida: el
sufrimiento psicológico y emocional de las víctimas de dicho desastre. Los
estudios sobre los procesos mentales que atraviesan los afectados por
condiciones intensas de estrés son contundentes: el 100% de las personas
sometidas a este tipo de situaciones sufren algún tipo de trastorno agudo o
crónico secundario a la experiencia.
Todos los habitantes del Portal de la
Villa, además del apoyo material que han recibido, requieren un espacio
catártico donde puedan expresar sus miedos, sus angustias, las preocupaciones
con respecto a lo que abrupta y dolorosamente han vivido, y que lo continúan haciendo,
en la medida en que aún no se han resuelto las incertidumbres alrededor de este
evento. El 30% de la población seguramente hará desarrollos postraumáticos que
se manifestarán en angustia, trastornos del sueño o episodios depresivos; en el
caso de las personas más vulnerables, las acompañarán durante el resto de sus días.
¿Estamos ayudando de manera apropiada a estos compatriotas para que incorporen a
su vida mecanismos psicológicos adaptativos adecuados?
-------------------------------
0 comentarios:
Publicar un comentario