Publicado en Diario ADN, agosto 8 2019
Cuando los pueblos progresaban batallando por metas
parroquiales, Cali, con el apoyo de la familia Domínguez y la influencia
católica y conservadora ante el gobierno de Marco Fidel Suárez, consiguió
que se levantara la base aérea de la recién creada FAC en un lote al
oriente de la ciudad, camino a Juanchito. En la escritura de donación del
lote, los Domínguez exigen que siempre sea usado como base aérea y como tal
ha resultado imposible trastear lejos de la ciudad esas instalaciones, que
ahora son escuela de aviación militar, así por estos días
el progreso urbanístico la abrace por los cuatro costados y cada vez
más la consideren un estorbo.
La Fuerza Aérea, ante la desidia de un gobierno bogotano y
de un ministro de Defensa que como buen cacharrero deja crecer los
inventarios, ha generado una batalla legal contra la Alcaldía de Cali
porque está permitiendo que se levanten edificios en las líneas de
aproximación a la pista central.
Por supuesto, el pleito se prolongará hasta que alguien con
los calzones bien amarrados ordene que la Base se convierta en una
escuela virtual de aviación donde solo aterricen aviones pequeñitos o se la
devuelvan a los Domínguez cumpliendo el mandato notarial. En cualquiera de
las dos instancias, Cali puede aspirar a tener un pulmón verde custodiado
por la FAC o una proliferación urbana de altos edificios que suplan las
necesidades habitacionales de una ciudad que se la pasó un poco más de 100
años urbanizando las lomas, ( Siloé, Terrón Colorado), o las
lagunas ( Aguablanca y El Pontaje), para no tocar las tierras planas
y secas de los avaros cegatones latifundistas que nunca entendieron
lo que era una ciudad en crecimiento. Mientras tanto y el pleito judicial
siga su lentísimo curso, todos, Cali,la FAC ,los urbanizadores y los
propietarios que ya hicieron sus inversiones, pero quedaron
enveremos, van a perder y no poquito.
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