En este país melifluo,donde prefieren modificar las palabras
para nominar de manera mas estrambótica su significado, cuando una empresa
tenía más deudas que su patrimonio, se acogía a la ley de quiebras.Ahora lo llaman
“reestructuración” y para hacerlo ya no nombran un curador que la liquide sino
un interventor que la maneje hasta cuando resista.Eso le está pasando al
servicio de trasporte masivo de Cali,conocido como el MIO. Ante una sentencia
judicial definitiva que le obliga a pagar más de 100 mil millones a unos de los
buseteros de ese embeleco fracasado,han preferido declararse en quiebra y a
nadie le ha extrañado porque esa empresa desde antes de nacer estaba muerta y
sin forma de resucitarla.
Desde
cuando a Peñalosa le dio por meternos el Trasmilenio creyendo que todas las
ciudades colombianas eran como Curitiba,comenzó la tragedia. Durante el
gobierno de Uribe,apoyaron la consolidación de esos sistemas en varias ciudades
estrechando calles,disminuyendo la movilidad y adoptando fórmulas de asociación
que por ningún lado resultaban rentables ni para las empresas de trasporte a
las que encerraban en un corral ficticio ,ni para los usuarios de los antiguos
buses ni busetas, ni para las ciudades en las cuales se implementaba.Pero eso
si,la quiebra del MIO, aunque se veía venir,exime curiosamente de
responsabilidad a quienes desbarataron la propuesta del tren ligero que usaría
la antigua línea del ferrocarril de Yumbo a Jamundí.Y por supuesto a todos los
alcaldes,gerentes del MIO y ministros de transporte que le inyectaron aire a un
balón roto con partidas gubernamentales que finalmente se dilapidaron.Pero como
aquí no aprendemos, seguimos creyendo que en Barranquilla,Cartagena,Pereira y
Bucaramanga,donde les metieron otros sistemitas iguales,no dizque va a pasar
nada.
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