Vuelve y juega Gardeazábal. A sus
72 años y cuando sus detractores pensaban que ya estaba a media asta, ha
lanzado otro libro más de su prolífica producción.
Esta vez no se trata de una
novela de esas a las que ya nos tiene acostumbrados, cargadas de virulencia y
perversidad en su lenguaje libertario y provocador. Esas en que un cuento se
vuelve realidad o viceversa, y uno se queda sin saber qué es cierto y qué no.
Se trata aquí de una recopilación
de sus hemorrágicas y sanguinarias columnas, que han recorrido las páginas
editoriales de diarios, semanarios, cadapuedarios y revistas de todos los
confines de nuestro país, hasta que las directivas —en su gran mayoría— han
desistido de su pluma, cosa que le ha tenido sin el menor cuidado.
Y lo ha hecho para conmemorar los
50 años de su periplo editorial, que lo llevó a periódicos como Occidente y El
País de Cali, El Colombiano de Medellín, El
Heraldo de Barranquilla, La Patria de Manizales, las
revistas Cromos y Hoy x Hoy, El Tabloide y La
Esfera de Tuluá, siendo actualmente columnista del diario ADN,
de gigantesca circulación nacional.
Pues bien: Gardeazábal escogió de
cada una de estas publicaciones escritos que datan del año 1967, cuando frisaba
los 22 calendarios, aquellas más significativas, cargadas todas de
irreverencias y con un estilo propio que corresponde a su esencia maquiavélica
y a veces apocalíptica .
Es de anotar que el escritor
tuluano fue la vedette de La Luciérnaga, de donde nunca se
supo por qué salió. Ha aparecido en la otrora pantalla chica profiriendo sus
opiniones, que no son del gusto de todo el mundo, y ahora azota con éxito las
redes sociales en compañía de Hernán Peláez.
Ese carácter indomable, atrevido,
mordaz y locuaz se ha visto reflejado en sus posturas políticas a ratos
independientes y otras cargadas de sus pasiones y embelecos, al punto que con
él nunca se sabe si es liberal, conservador, mamerto, izquierdoso, santista o
uribista porque a todos por igual les asesta vainazos malalechudos.
Hay, sin embargo, una constante:
es una de las personas más informadas de Colombia y a él siguen acudiendo, como
si fuera un oráculo, empresarios, políticos, esposas desahuciadas, gais de
dentro y fuera del clóset y una infaltable cola de lagartos y corte de
aduladores.
Por las razones anteriores
bautizó su libro con el desafiante y paradójico título: Un anarquista
de derecha, que como todas sus publicaciones se agotará en un abrir y
cerrar de ojos...
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