La última encuesta sobre la percepción que los colombianos tienen sobre
el estado actual del país, realizada por Gallup y dada a conocer en Marzo del
2017, muestra dentro de los más importantes, los siguientes indicadores: 73% de
los encuestados piensan que la nación va por muy mal camino; 71% desaprueba la
labor desarrollada por el presidente; 80% cree que la prestación de los
servicios de salud es pésima; 30% considera que el mayor problema que afronta
el país es el fenómeno de la corrupción. La confianza en las instituciones que
representan nuestra democracia, se desmorona a pasos agigantados.
Cuál es el origen de este manto de pesimismo que recorre al país? La
respuesta a esta gran inquietud, tiene muchas aristas, porque al igual que todo
fenómeno social, son muchos sus determinantes. Quiero centrarme en uno de los
aspectos que considero de los más son importantes: La falta de
credibilidad. Se ha ido perdiendo de
manera paulatina el poder que tiene la palabra empeñada. Se dice algo, y luego
no se cumple. Un ejemplo es la nueva reforma tributaria, sobre la cual el
presidente mencionó en campaña -25 de Mayo 2010- que estaría dispuesto a firmar
en mármol, lo siguiente: “No se debe
aumentar el IVA ni el impuesto a la Renta, las reformas tributarias generan inestabilidad
jurídica” .
Estas palabras
dichas por quien encarna la suprema autoridad del país, por supuesto que tiene
repercusiones en la psicología colectiva de los colombianos. De igual forma
proceden la gran mayoría de quienes buscan el favorecimiento de la ciudadanía
en las urnas: Prometer lo que no pueden cumplir. Además de perder la confianza
de la ciudadanía, se le entrega a ella un mensaje funesto: Si ellos mienten, pues,
nosotros también lo podemos hacer. El gran reto que tenemos los colombianos es
comprometernos y cumplir, la palabra empeñada.
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